Cuando los últimos moriscos de estas tierras recibieron la orden de expulsión, ocultaron en una cueva del barranco sus tesoros, joyas, monedas y todo tipo de riquezas, esperando recuperarlos íntegramente cuando regresaran de nuevo a la tierra en la que nacieron y vivieron. Y para proteger dichos tesoros, encerraron a una doncella a la que encantaron.
Desde entonces, y una vez cada cien años, la figura de la bella joven aparece caminando entre los peñascos del Barranc de l’Encantada. Porta una túnica blanca con destellos de plata y se desliza entre las rocas con gracilidad.
Afirma la leyenda que, quien divise a dicha doncella, no debe perseguirla o desaparecerá sin dejar rastro. Debe esperar a que la dama se acerque y responder a la pregunta que le formule desde el corazón. Solo entonces recibirá todos los tesoros escondidos.
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