Por ti Volaré

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martes, 17 de agosto de 2021

Puerto de Vegarada. León y Asturias.

A una hora y 45 minutos de Valladolid se encuentra Barrio de Nuestra Señora, donde el río Curueño termina su andadura y desemboca en el Porma. Aquí es donde se inicia esta ruta. Justo antes de sumar sus aguas a las del Porma, el Curueño pasa por debajo de un robusto puente de piedra de 4 ojos.


Empezamos a remontar el río, que no vamos a abandonar en ningún momento hasta su nacimiento.

Durante el recorrido veremos puentes de piedra y pequeños pontones, cuyo origen en algunos casos es romano y en otros medieval:











 Podemos encontrar diversas casas solariegas y escudos heráldicos, así como viejas edificaciones de piedra y adobe, con su color ocre peculiar.También iglesias y ermitas.











En Valdepiélago abandonamos nuestra ruta para visitar Boñar. Por el camino invaden la calzada cerca de un centenar de vacas.


Volvemos a Valdepiélago para reanudar nuestra ruta. Ya nos adentramos de lleno en la montaña, que poco a poco irá envolviéndonos hasta atraparnos en las hoces.


A pocos minutos de Montuerto y a mano izquierda, en una curva, se anuncia la cascada de la Cola de Caballo. Aparcamos y nos adentramos por una estrecha senda que está acondicionada con pasarelas y puentes para hacer más fácil el acceso. En poco tiempo divisamos la cascada, un salto de agua de unos 4 m, metido en una pequeña cueva. Cómo me gusta este sonido del agua! qué paz transmite…



Atravesamos Nocedo de Curueño y ya entramos de lleno en las Hoces de Valdeteja, que son el resultado de la erosión del Curueño sobre las rocas calizas aquí existentes. Son paredes verticales que te atrapan y se entiende que la única forma de atravesar estos parajes es siguiendo el cauce del río, que lo ha facilitado.







Por aquí transcurría una antigua calzada romana que comunicaba Astorga (Astúrica Augusta) y León con Asturias (Lucus Asturum).



Nos queda el último tramo de ascensión al puerto de la Vegarada. Vamos ganando altura, entre amplios prados y rodeados por majestuosas cumbres. De repente nos encontramos con un rebaño de unas 500 ovejas que ha invadido la calzada. Estaban en grupos, muy juntas y con la cabeza gacha, y algunas de ellas tumbadas. Imaginamos que para resguardarse del viento. No hay manera de moverlas. Al final lo conseguimos golpeando las puertas del coche con la mano y al ruido van moviéndose, pero nos cuesta. No está el pastor pero ya al final vemos un enorme mastín de Pirineos que las conduce.



Llegamos a "el Chozo'', un antiguo refugio de pastores.

Actualmente existe una explanada con una construcción notable que se encuentra cerrada.

Desde aquí las vistas son impresionantes. Se divisan las pistas de esquí de San Isidro

y también uno de los picos de los Castrillones (1947 m) y el pico del Oso (2021 m).







Aquí termina Castilla y León y comienza Asturias. La carretera se convierte en pista y a pocos metros se encuentra el punto más alto del puerto de Vegarada, su cota máxima es de 1555 m. Es una pista practicable en todoterreno. Se cree que este paso fue utilizado por los romanos en su avance desde el sur para conquistar tierras asturianas. Los pastos son frecuentados por vacas y caballos. Algunos de ellos están rodeados por vallas de madera que otorgan un especial encanto al paisaje











Empieza el descenso. La fauna salvaje aquí es rica, hay corzos, venados, jabalíes, ardillas, zorros, incluso osos y lobos. Pero nosotros no vemos ningún ejemplar. En cambio sí divisamos algún buitre y algún águila. Nos adentramos en el hayedo de Llanacaorna. La pista se estrecha y en ocasiones se convierte en un túnel vegetal. A lo largo del camino nos encontramos con cabañas en los altos "praos", habitadas ahora en verano. También distinguimos enebros, abedules y robles. Nos vamos adentrando hasta las profundidades del valle Carbayalin. Aquí nace el río Aller, que nos va a acompañar en el resto de nuestra andadura.











La pista termina en la aldea de Ruayer. Recuperamos de nuevo el asfalto y recorremos el pueblo por estrechas callejuelas. Nos admira cómo el hombre le ha robado terreno a la montaña para establecerse. Fotografío el primer hórreo. 



De nuevo otro imponente desfiladero, las Hoces del río Aller, creado por la erosión kárstica del río. A su paso por esta angosta garganta provoca cascadas y torrenteras que le otorgan una belleza singular al paisaje.





Estamos llegando ya al final de nuestra ruta. En ella se ubica una central eléctrica y aquí se unen el río Carbayalín y el Llananzanes dando lugar al río Mera. Ya comenzamos a ver los vestigios de lo que fue, desde mediados del siglo XIX, una de las importantes cuencas mineras de carbón de nuestro país.





Atravesamos Casomera y a la salida, a mano izquierda, contemplamos un hermoso paisaje con un amplio prado cercado con valla de madera, y con vistas al fondo de una montaña y sus nubes.